
Marina Gilabert
El corto documental es de una belleza exquisita, la animación sorprendente; de una factura cinematográfica espléndida especialmente cuidada en lo simbólico, en el contexto cultural tan bien traído donde las voces de las víctimas resuenan planetarias. Las oímos en primera persona con empatia, seguimos con atención el relato: a pesar de estar atrapadas en una violencia patriarcal cotidiana, son capaces de borrar la resignación y el fatalismo y reconceptualizarse como poderosas.
La dedicatoria a Carmen me ha hecho saltar las lágrimas de emoción. Ella con nosotros diría » el feminismo no ha matado a nadie, el machismo mata cada día»